El arroz resiste pandemias y crisis financieras

Este producto, según las estadísticas, se convierte en un activo altamente demandado por millones de personas en el mundo que impulsan su precio.

La crisis económica generada por la expansión del coronavirus en el mundo, que obligó a apagar varios sectores por semanas y a mantener en cuarentena a miles de millones de personas, ha sido una tragedia que ha desvalorizado muchos activos.

Precedentes, como la del 2008, también derrumbó el valor de otros bienes. Pero al menos hay un producto que parece que en crisis financieras, pandemias y otro tipo de recesiones no se va al piso y en cambio registra incrementos de precio.

No es la finca raíz, o los precios de las acciones de las compañías que fabrican medicamentos, tampoco las criptomonedas, el oro, ni las empresas dedicadas a las nueva tecnologías.

Claro, en unas crisis algunos de los anteriores suben, en otras, como la actual, los demás bajan. Pero uno de los que con seguridad repunta en su precio es el arroz.

Es el alimento básico para la mitad de la población del planeta y representa el 19% de las calorías totales que ingieren las personas, como indican los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Un producto que se come en todo el mundo y que en el caso de Colombia tiene un consumo por persona de 43 kilos al año. Es primordial en la dieta de muchos países en los cinco continentes, en especial Asia, región donde están los mayores productores y consumidores.

El economista Felipe Campos, director de Investigaciones de Alianza Valores y Fiduciaria Alianza dice que el arroz, “por ser un bien inferior, al aumentar la demanda sube cuando el ingreso de las personas baja, como en la actualidad”.

Además, considera que “otros bienes de este estilo como el trigo, el cual aun no ha comenzado a subir como el arroz, sencillamente son baratos, llenan y son ideales para la economía de guerra”.

El economista explica que esta característica se da “básicamente en momentos muy extremos, como recesiones y cuando esto se presenta, hay activos que funcionan como resguardo porque tienen valor. Entre estos están los bonos del Tesoro de Estados Unidos, el dólar, divisa que tiende a subir siempre pues al final del día todos le deben dinero a ese país y con frecuencia habrá alguien que no tiene para pagar”.

Campos indica que hay unos pocos activos que funcionan diferente, pues son bienes inferiores que como el arroz o el trigo suben de precio al aumentar la demanda de quienes ven disminuido sus ingresos por una crisis.

“No son de gran valor, ni dan estatus, pero tienen la facilidad de que se pueden almacenar por un determinado tiempo”, advierte.

El economista no descarta otro tipo de alimentos con alta valorización en las crisis, aunque sobre ellos no hay muchas estadísticas comparativas.

MERCADO MUNDIAL

La FAO dice en un informe del pasado 2 de abril que “se estima que el comercio mundial de arroz en 2020 (enero a diciembre) ascenderá a 45 millones de toneladas, es decir, 700.000 toneladas menos de lo previsto en marzo pero un 2,2 % por encima del nivel reducido de 2019.

La revisión intermensual deriva principalmente de unas expectativas menos optimistas respecto de las importaciones en África y el cercano oriente asiático, mientras que en lo que respecta a las exportaciones se redujeron las previsiones sobre la India y Tailandia.

LA SITUACIÓN EN COLOMBIA

Rafael Hernández, gerente de Fedearroz, explica que el grano tiene características que pocos tienen, pues puede ser almacenado por mucho tiempo y “con una libra comen 5 o 6 personas pues es un alimento sencillo, balanceado y sano”.

Sobre el incremento del precio del arroz, no solo en Colombia, sino en el mundo, el directivo arrocero enfatiza en que una de las principales causas fue las compras nerviosas ante la inminencia de la cuarentena.

Asimismo, Hernández considera que en Colombia el sector arrocero vivió una crisis de precios entre 2017 y 2018 pues “llegó producto de muchas partes y las cotizaciones se desplomaron y de hecho esa situación ocasionó la quiebra de muchos cultivadores”. Sin embargo, en los últimos años la situación ha mejorado.

Para Hernández, el 2019 fue bueno. Hubo varios factores que favorecieron el cultivo, tales como el clima, la tasa de cambio porque frenó el ingreso de arroz de otros países y especialmente de contrabando, al tiempo que hubo un buen desempeño de la Policía Aduanera en las fronteras. De esta manera, el precio de estabilizó.

Hay que reconocer que el incentivo al almacenamiento otorgado por el Ministerio de Agricultura fue fundamental para que la actividad arrocera tuviera un año muy positivo.

Por primera vez, en los últimos años fue un mercado demandado y no ofrecido, es decir, que la industria molinera les pedía arroz a los productores y no, como siempre, que los arroceros les ofrecían el grano a la industria.

Además, hubo una recuperación de los precios frente al rezago del 2017 y del 2018, los cuales, en esos años, generaron grandes pérdidas para los cultivadores, especialmente.

El área sembrada en el 2019 fue de 531.000 hectáreas, para una producción de tres millones de toneladas en términos de paddy verde (en cáscara), que equivale a 1,7 millones de toneladas de grano en blanco.

El incentivo fue de $29.000 por tonelada al mes, desde agosto hasta diciembre de este año. Eso permitió almacenar 318.000 toneladas de paddy seco por parte de la industria, en tanto que los agricultores lo hicieron con 40.000 toneladas.

Esa situación fue positiva y como ejemplo, Hernández dijo a Portafolio hace un par de meses que gracias a que en los Llanos Orientales aumentó la capacidad de almacenamiento y se otorgó el incentivo, el cierre de la vía a la región durante tres meses, no afectó el hecho de no poder sacar la cosecha. Además, el arroz se guardó en la zona y el país estuvo abastecido por otras regiones. Esa fue una muy buena decisión del Gobierno.

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