México, sin producción arrocera para 2019

El 90 por ciento del arroz que importamos lo hacemos de Estados Unidos, aunque no todo el arroz traído de Estados Unidos es arroz producido en la Unión Americana.

Para 2019 el 100 por ciento de nuestro consumo de arroz tendrá que satisfacerse mediante la importación del grano. Lo traeremos fundamentalmente de empresas estadounidenses si es que para entonces Trump no quiere sacar provecho de nuestra dependencia.

El escenario no ha sido sencillo desde hace 16 años, a finales de 2009 cuando las cosas comenzaron a descomponerse y la producción arrocera nacional a caer a plomo, sin miramientos.

Distante de la mejor época de la producción de arroz nacional, en 2009 hubo trabajo de 25 mil productores sobre 75 mil hectáreas a nivel nacional.

Hoy acaso habrá tres mil productores sobre 32 mil hectáreas. Quedan 12 por ciento de los productores respecto a los que existían hace 16 años.

La superficie cultivada acaso es el 42 por ciento de la que se trabajó hace 16 años.

Eran antes 16 estados con producción arrocera. Hoy quedan dos: Nayarit y Campeche. Veracruz acaso hace el intento por mantenerse.

No hay queja específica de las autoridades federales pero sí el lamento de que lo que se acuerda en el camino tiene que enfrentar demasiados problemas de implementación.

Había el compromiso de no aumentar los precios pero recibir todo el apoyo necesario para incrementar en el campo la productividad.

Pero el gasolinazo mantiene ya en calidad de imposible la voluntad de redoblar esfuerzos, incrementar la productividad y sacrificar márgenes de ganancia. No hay cómo no aumentar precios con el incremento relevante en combustibles.

El 80 por ciento del consumo nacional ya lo representa un arroz alargado y delgado que le compramos en 90 por ciento de los casos a empresas norteamericanas en contra del ‘milagro filipino’ que es panzón y corto y que acabó siendo el verdadero ‘milagro mexicano’.

El 90 por ciento del arroz que importamos lo hacemos de Estados Unidos, aunque no todo el arroz traído de Estados Unidos es arroz producido en la Unión Americana.

Hay una gran cantidad de arroz asiático producido por firmas estadounidenses en suelos de naciones de Asia como Tailandia, Vietnam y Paquistán. Quisieran los productores mexicanos capacidad para demostrar que ese arroz que se importa no es producido en Estados Unidos sino en naciones asiáticas bajo la tutela de las empresas gringas.

Esos arroces se obtienen gracias a jornales de hambre de índole de 80 dólares al mes, frente a los 260-280 dólares que valen los jornales mexicanos.

Producciones fuertemente subsidiadas en donde el gobierno de esas naciones puede cobrar lo que en el mercado no obtendría. Los gobiernos colocan un mínimo de ingreso y pagan las diferencia existente en el mercado a la hora de las ventas.

Muchas de esas variedades llegan a México a granel. Cualquiera pudiera importarlas, al extremo de que el consumidor pudiera no encontrar pistas para saber el origen de ese arroz. Arroz quebradizo y extra pulido, con escaso o nulo valor nutricional. Ese arroz sigue siendo más barato que el mexicano aún después del proceso de la depreciación de la moneda.

Por ello los productores mexicanos, insiste en el renglón Pedro Alejandro Díaz, dirigente nacional de los arroceros, está interesado en que el arroz nacional pueda ser identificado por los consumidores mexicanos. Por ello se insiste en que todo producto de arroz mexicano sea identificado con un evidente sello en el empaque que deje en evidencia que el contenido de esa bolsa o empaque ha sido un producto cosechado en México por mexicanos.

Mientras tanto, los productores tienen este martes una cita con las autoridades de la Sagarpa para encontrar la manera en la que los productores pueden enfrentar el gasolinazo y la serie de incrementos derivados de la depreciación de la moneda frente al dólar que afecta sus insumos fundamentales como los pesticidas, herbicidas y fertilizantes.

Buen momento para cambiar, parece. ¿O no?

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